Como ya os habréis enterado, en estos últimos días se ha comenzado con una singular guerra de precios en el sector de la distribución, iniciada por la empresa valenciana Mercadona, y secundada por otra muchas empresas del sector.
Entiendo que en momentos de crisis, si los resultados no acompañan y la cuenta de resultados se ve afectada por unas menores ventas, se intenten tomar medidas a corto plazo. Normalmente, lo primero que suele pasar por la cabeza es la reducción de precios para robar cuota de mercado a los competidores. Esta medida tiene un efecto inmediato en el tiempo. Pero claro, la competencia, al igual que los clientes, también suele reaccionar rápido a esta medida con una bajada de precios también inmediata, tal y como ha pasado en este caso.
El efecto que esta estrategia tiene en el sector es la inmersión en una guerra de precios para poder robar cuota a los competidores. Finalmente, esto sólo beneficia a los clientes que comprarán todo los productos mucho más baratos en cualquier sitio. Por otro lado, las grandes perjudicadas serán las cuentas de resultados que ven como finalmente se reducen en la misma medida que la reducción de precios y prácticamente no se ha conseguido arañar cuota de mercado.
Además, en este caso hay que tener en cuenta que el sector de la distribución juega con unos márgenes muy bajos, por lo que los efectos negativos de esta guerra de precios serán bastante significativos. Para poder aguantarla, las empresas inmersas en ella necesitarán disponer de un buen músculo financiero, cosa que en estos días no es que haya en abundancia.
Siempre se aprende algo de esto. No sé si estaréis de acuerdo conmigo, pero si algo tengo claro es que resulta más beneficioso para todos competir desde la diferenciación de productos o servicios que desde los precios (y más aún en tiempos de crisis). Además de que las medidas precipitadas sólo te pueden llevar a unos malos resultados.
Desde Mercadona, ¿habrán meditado esta acción lo suficiente?
Entiendo que en momentos de crisis, si los resultados no acompañan y la cuenta de resultados se ve afectada por unas menores ventas, se intenten tomar medidas a corto plazo. Normalmente, lo primero que suele pasar por la cabeza es la reducción de precios para robar cuota de mercado a los competidores. Esta medida tiene un efecto inmediato en el tiempo. Pero claro, la competencia, al igual que los clientes, también suele reaccionar rápido a esta medida con una bajada de precios también inmediata, tal y como ha pasado en este caso.
El efecto que esta estrategia tiene en el sector es la inmersión en una guerra de precios para poder robar cuota a los competidores. Finalmente, esto sólo beneficia a los clientes que comprarán todo los productos mucho más baratos en cualquier sitio. Por otro lado, las grandes perjudicadas serán las cuentas de resultados que ven como finalmente se reducen en la misma medida que la reducción de precios y prácticamente no se ha conseguido arañar cuota de mercado.
Además, en este caso hay que tener en cuenta que el sector de la distribución juega con unos márgenes muy bajos, por lo que los efectos negativos de esta guerra de precios serán bastante significativos. Para poder aguantarla, las empresas inmersas en ella necesitarán disponer de un buen músculo financiero, cosa que en estos días no es que haya en abundancia.
Siempre se aprende algo de esto. No sé si estaréis de acuerdo conmigo, pero si algo tengo claro es que resulta más beneficioso para todos competir desde la diferenciación de productos o servicios que desde los precios (y más aún en tiempos de crisis). Además de que las medidas precipitadas sólo te pueden llevar a unos malos resultados.
Desde Mercadona, ¿habrán meditado esta acción lo suficiente?
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